Neutralidad

Ser apolítico puede parecer fácil, pero es difícil mantenerse alejado de temas políticos y aún más difícil es intentar ser neutral en temas que son comentados a diario. Entonces, ¿opinar o no opinar? En una conversación una persona perteneciente a un bloque político tenderá a apoyar esa ideología y acusar de ser del bando opositor a alguien que no piense igual a lo que se está hablando, pero sin embargo puede estar de acuerdo en otras cosas así como también estar de acuerdo en algunos aspectos de otra ideología. Quizá no deba decir que esté de acuerdo en esos ideales, sino que, en lo que respecta a lo que sucede en el mundo, opinar sobre los hechos de personas que actúan conforme a esos pensamientos políticos. Claro que no dirá sobre todo lo que piensa y qué no, sólo se verá en la situación de opinar cuando se encuentre con alguien que comente sobre el tema y se verá en el problema de que lo cataloguen según su opinión del momento. Quizá por eso lo mejor sería no dar ninguna opinión y mantener su posición neutral sin poder manifestar su opinión sobre un hecho sin reparar en qué ideología o partido político se esté refiriendo. Y aquí se corre el peligro de que la consideren una persona a la que no le importe nada, que no le interese lo que suceda en el mundo, no tenga la voluntad ni el carácter para enfrentarse a un tema que los demás consideran importante. El hecho de opinar sobre algo ya podría plantear la duda sobre la neutralidad de una persona, puesto que se considera ser neutral no estar ni a favor ni en contra de algo, pero es difícil mantenerse indiferente ante algo que nos afecta a todos y ser neutral tampoco significa quedarse callado.

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