El año pasado la escritora chilena Isabel Allende fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura, sin duda es la autora chilena más conocida en Chile y quizá en el mundo. Cuenta con muchos seguidores que aman sus libros e incluso una de sus novelas, La casa de los espíritus, fue llevada al cine con famosos actores encarnando a los personajes. Sin embargo, a mí no me gusta, no llegando a odiarla, pero sí me provoca bastante desagrado. Puede que sus historias atrapen al lector y lo entretengan por horas y aunque he leído muy poco de sus libros, no deja de causarme cierta repulsión, ella me da la sensación de tener una mente muy retorcida creando episodios y personajes que se alejan de lo normal llegando a tocar temas que, si bien existen en el mundo, son frecuentes en su obra, pudiendo encontrar muchas historias incestuosas, de niñas que se enamoran de viejos, de perversiones y actitudes demasiado retorcidas para que alguien normal se las imagine, comunes en Cuentos de Eva Luna. Y otro aspecto es el político, aún entendiendo que la autora se encuentre de un lado de la historia, nunca me ha sido de agrado leer literatura que satanice a un bando político y haga tanta referencia a él, como pasa en De Amor y de sombras, que fuera de eso, me gustó aquella novela que por cierto también toca el tema del incesto entre otras cosas. A estas alturas podrían creer que soy una púdica persona de derecha o incluso del Opus Dei, cosa muy alejada de la realidad, pero el desagrado no está en que hable de esos temas, además del político, sino que finalmente me parezca que es el morbo lo que atraiga a los lectores y sólo el morbo lo que haga interesante sus relatos.
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